miércoles, mayo 03, 2006

Castillo de Versalles


Trianon sous bois

Bajo el reinado de Luis XIV, en esta ala del palacio desarrollada sobre dos pisos de finos revestimientos de madera se alojaba la cuñada del rey (madre de Mademoiselle).



El Museo de las Carrozas

Instalado en una de las galerías del Gran Establo, este museo es la prefiguración de un gran museo de las Carrozas que, después de restauración completa de los coches, debería permitir ilustrar la historia y la vida de los establos reales en Versalles, ya que todos los coches de este museo participaron en uno o más acontecimientos destacados de la historia de Francia.

Estas carrozas no hacen más que recordarme los cuentos de hadas y, ¿porqué no, a la "cenicienta"?
Aunque María Antonieta no fuera literalmente una "niña de pueblo" sino una "archiduquesa" en Austria. Las costumbres de la familia real de los Habsburgo distaban mucho de las que se respiraban en el Castillo de Versalles.
"Es indudable que la archiduquesa debía ser educada para ser reina. Muy pronto tendría que pasar de la vida libre y familiar a la que estaba acostumbrada en Viena, a la vida típica y ceremonial de la corte francesa.
Su instructor, el abate Vermond era quien se encargaba de la educación de la princesa. Veía que era muy viva y de gran ingenio, pero bastante distraída y perezosa. Tenía instrucción escasa y, a pesar de todo, era simpática y encantadora.
Sus primeras lecciones fueron sobre literatura y dominio de la lengua francesa. Intentaba a acostumbrarla a concentrar su atención en asuntos de interés general, pero poco conseguía. María Antonieta era una muchacha muy inquieta.
"
"Tres años viviría María Antonieta en la corte francesa sin visitar París. El camino de Versalles a la capital no era largo, unas seis horas a pie, dos horas apenas en un buen coche de la época. Lo cierto era que María Antonieta, claro que tenía ganas de conocer París, pero las etiquetas versallescas exigían grandes sacrificios: había que preparar de antemano todo.
Luego, además de las etiquetas, había otras cosas que retrasaban el viaje. Ya no solamente se trataba de preparar una fiesta espectacular para celebrar la entrada de los delfines. Ahora eran otros los motivos. Los parientes más próximos del joven Luis, sus tres tías, sus hermanos los condes de Provenza y Artois y sus respectivas esposas, y también la favorita del abuelo, la condesa du Barry, sonríen, miman y adulan a María Antonieta, pero desean que permanezca ingenua y maleable (esto, claro, con el fin de controlarla).
Temen que el viaje a París deslumbre a la joven y le haga comprender el magnífico porvenir que le espera. Temen que el homenaje del pueblo francés le muestre la categoría de que gozará cuando llegue a ser coronada reina. Y así fue como sucedió: la vida de París deslumbró a María Antonieta. "
"A partir de aquel día los viajes de María Antonieta a París fueron constantes. Eran viajes nocturnos, en busca de diversiones y placer. Ella, se divertía; su esposo, en cambio, se quedaba en casa. A ella le acompañaban sus cuñados, en especial el joven conde de Artois. Él, el joven Luis, hombre metódico y apocado, prefería el calor de hogar que los bailes y las fiestas a que era ahora tan adicta su joven esposa." [1]
[1] María Antonieta, por Federico Ortíz Moreno (La fuente ya no se encuentra en línea)

[referencias pág. 9]

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